Rojigualda sobre los cielos de Madrid gracias a la Patrulla Águila del ejercito del aire.
Veteranos del Ejercito del aire, tierra y armada.
Iremos subiendo más fotos, tened paciencia.
PPINE
Rojigualda sobre los cielos de Madrid gracias a la Patrulla Águila del ejercito del aire.
Veteranos del Ejercito del aire, tierra y armada.
Iremos subiendo más fotos, tened paciencia.
PPINE
(Santiago matamoros)
Ramiro I a la mañana siguiente sale a batallar a los moros y los primeros combates son desfavorables hasta que a mediados del día aparece Santiago montado en corcel blanco y llevando una bandera blanca en una mano y una enorme espada reluciente en la otra.
Ese dia Ramiro I y su ejército con la ayuda de Santiago matamoros consiguen derrotar al ejército de Abderramán II en heróica batalla.
Unos años más tarde en la batalla de Hacinas, entre el conde Fernán González y Almanzor, Santiago se aparece en sueños a Fernán y le dice "Ferrando de Castiella, hoy te crece un gran bando!", tras esta aparición los cristianos combaten al grito de ¡Santiago! y ¡Cierra Santiago!.
(Cruz de Santiago Apostol)
Son muchás las apariciones de Santiago en la lucha contra los moros a caballo entre la Historia y la leyenda que la hacen ganar el apodo de Santiago Matamoros y el ser venerado en el camino de Santiago por toda Europa.
Perdió la pierna en la batalla frente a Vélez debido a una bala de cañon que le atravesó la pierna, cuentan que no murmuro ni un quejido mientras le amputaban la pierna sin anestesia.
Nadie en el Tercio sabía
quien era aquel legionario
tan audaz y temerario
que a la Legión se alistó.
Nadie sabía su historia,
más la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo, el corazón.
Más si alguno quien era le preguntaba
con dolor y rudeza le contestaba:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.
Cuando más rudo era el fuego
y la pelea más fiera
defendiendo su Bandera
el legionario avanzó.
Y sin temer al empuje
del enemigo exaltado,
supo morir como un bravo
y la enseña rescató.
Y al regar con su sangre la tierra ardiente,
murmuró el legionario con voz doliente:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.
Cuando, al fin le recogieron,
entre su pecho encontraron
una carta y un retrato
de una divina mujer.
Y aquella carta decía:
"...si algún día Dios te llama
para mi un puesto reclama
que buscarte pronto iré".
Y en el último beso que le enviaba
su postrer despedida le consagraba.
Por ir a tu lado a verte
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi ¡Bandera!